miércoles, 26 de noviembre de 2014

Ridículo del Ayuntamiento de Barcelona a propósito de Blas de Lezo

FUENTE:http://dolcacatalunya.com/2014/11/22/ridiculo-del-ayuntamiento-de-barcelona-a-proposito-de-blas-de-lezo/




Madrid acaba de inaugurar un monumento a Blas de Lezo, el marino vasco que defendió Cartagena de Indias del ataque inglés y que consiguió una victoria increíble, en notables condiciones de inferioridad, que aún hoy admiran a quien se acerca a los sucesos. Blas de Lezo es un personaje de película, un vasco que nos hace sentir orgullosos a todos los españoles.
En estas que llega Laporta, totalmente fuera de onda e intentando recuperar algo de protagonismo y justificar su sueldo de concejal de Barcelona. Entre puros, combinados, yates y fiestas de la espuma, Joan Laporta vio su oportunidad: proponer que el Ayuntamiento de Barcelona exija la retirada de la estatua a Blas de Lezo argumentando que, un cuarto de siglo antes, cuando iniciaba su carrera militar, el vasco participó en el sitio de Barcelona por parte de las tropas borbónicas. Dicho y hecho.
El problema es que, como señala Xavier Theros en El País, ¡es la misma Barcelona quien tiene monumentos a personajes que bombardearon la ciudad, y con mayor responsabilidad que el entonces aún muchacho Blas!
Empezando por la estatua al general Joan Prim, “bajo cuya autoridad los cañones del castillo de Montjuïc y de la Ciutadella estuvieron lanzando proyectiles contra Barcelona durante tres meses seguidos, entre principios de septiembre y el 20 de noviembre de 1843.”
Y siguiendo por la calle del Duque, en honor al Duque de la Victoria, Baldomero Espartero, quien “defendía la necesidad de bombardear Barcelona una vez cada cincuenta años, a fin que la nación viviese pacíficamente, libre de los insurrectos catalanes [y que] bombardeó nuestra ciudad durante trece horas seguidas, en diciembre de 1842“.
Pero claro, debe de ser demasiado pedir que un concejal de Barcelona sepa qué estatuas y calles hay en su ciudad, ocupado como estará en sus puros y sus copas. El caso del alcalde, Xavier Trias, que se apuntó rápidamente al carro, es explicable: dedica su tiempo a recaudar dinero de los barceloneses para entregárselos a la quebrada Generalitat, con el fin de que ésta pueda seguir su campaña de propaganda separatista.
¡Menuda pareja y menudo ridículo! Ya lo saben, antes de pedir cuentas fuera, mejor barran su casa.

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